«Una banda de arrogantes adolescentes sancionando sus propias leyes. Los ojos de nuestros amigos muertos nos miraban a toda ahora. Eran espíritus protectores aguardando nuestra visita. Montañas de ofrendas al dios más inmoral desperdigadas a nuestros pies. Un lago lleno de papeles de merca abiertos y lamidos. Dormíamos solo como breve tregua en la guerra contra la sociedad».

Investido por delincuentes venerados, blindado con ropa de marca, henchido de cadenas de oro el pecho y montado en una moto ajena, el protagonista doma el agravio de que algunos tengan todo y otros, nada. Primogénito de una joven adicta al cine y a la cocaína y de un ciruja, hermano de muchos y nieto de una evangelista devota y del dueño de un aguantadero, César González vindica su linaje. Urgido por un hechizo vital, grita su réquiem a los amigos. Inmune al feísmo, la condescendencia y los arquetipos, esta novela lujuriosa y austera es a la vez el primerísimo plano de los devastadores años 90. Un wéstern como los de la tele. Uno de balaceras y choques y persecuciones. Uno de policías y ladrones. De heridos y muertos.

La crítica dijo:

«El niño resentido señala con precisión las cosas que no se ven a través de los vidrios polarizados. Correr por pasillos que jamás voy a poder visitar de noche y entender de qué huyo. Una modesta alcantarilla por donde se escurren las ideas con las que enmascaramos nuestros privilegios. Este libro da miedo y tiene la llave para salir del miedo. Suplico que lo lean. A ver si logramos ir juntos para algún lado que no sea la guerra». Lucrecia Martel

«Duque de pasillo, Beatle de la Carlos Gardel, César González no narra su autobiografía: escribe un largo poema, una oda al asfalto ganado, demostrando que es capaz de encontrar un arco iris en un bache donde se juntan restos de lluvia con los rastros de aceite Bardahl que perdió un colectivo». Leonardo Oyola

«Figura relevante e inquietante de la escena cultural argentina interroga las relaciones de clase y de poder y la vida en los barrios populares, reivindicando potencias, gestos, prácticas y encuentros soterrados». Jacobin

«Las representaciones y las realidades, la falta de tiempo y acceso a herramientas para contar la propia historia, el retrato de los medios: el escritor y cineasta analiza a fondo el juego de espejos deformados entre la villa y el arte». Página 12

«En el futuro será indispensable profundizar en la amplia obra de César González para entender esta época». La Izquierda Diario

"Un punto de vista infrecuente del que se desprende una voz inconfundible». Marcelo Figueras, El Cohete a la Luna.

 

El niño resentido - César González

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«Una banda de arrogantes adolescentes sancionando sus propias leyes. Los ojos de nuestros amigos muertos nos miraban a toda ahora. Eran espíritus protectores aguardando nuestra visita. Montañas de ofrendas al dios más inmoral desperdigadas a nuestros pies. Un lago lleno de papeles de merca abiertos y lamidos. Dormíamos solo como breve tregua en la guerra contra la sociedad».

Investido por delincuentes venerados, blindado con ropa de marca, henchido de cadenas de oro el pecho y montado en una moto ajena, el protagonista doma el agravio de que algunos tengan todo y otros, nada. Primogénito de una joven adicta al cine y a la cocaína y de un ciruja, hermano de muchos y nieto de una evangelista devota y del dueño de un aguantadero, César González vindica su linaje. Urgido por un hechizo vital, grita su réquiem a los amigos. Inmune al feísmo, la condescendencia y los arquetipos, esta novela lujuriosa y austera es a la vez el primerísimo plano de los devastadores años 90. Un wéstern como los de la tele. Uno de balaceras y choques y persecuciones. Uno de policías y ladrones. De heridos y muertos.

La crítica dijo:

«El niño resentido señala con precisión las cosas que no se ven a través de los vidrios polarizados. Correr por pasillos que jamás voy a poder visitar de noche y entender de qué huyo. Una modesta alcantarilla por donde se escurren las ideas con las que enmascaramos nuestros privilegios. Este libro da miedo y tiene la llave para salir del miedo. Suplico que lo lean. A ver si logramos ir juntos para algún lado que no sea la guerra». Lucrecia Martel

«Duque de pasillo, Beatle de la Carlos Gardel, César González no narra su autobiografía: escribe un largo poema, una oda al asfalto ganado, demostrando que es capaz de encontrar un arco iris en un bache donde se juntan restos de lluvia con los rastros de aceite Bardahl que perdió un colectivo». Leonardo Oyola

«Figura relevante e inquietante de la escena cultural argentina interroga las relaciones de clase y de poder y la vida en los barrios populares, reivindicando potencias, gestos, prácticas y encuentros soterrados». Jacobin

«Las representaciones y las realidades, la falta de tiempo y acceso a herramientas para contar la propia historia, el retrato de los medios: el escritor y cineasta analiza a fondo el juego de espejos deformados entre la villa y el arte». Página 12

«En el futuro será indispensable profundizar en la amplia obra de César González para entender esta época». La Izquierda Diario

"Un punto de vista infrecuente del que se desprende una voz inconfundible». Marcelo Figueras, El Cohete a la Luna.