¿A quién le hablan los poemas? Juana Bignozzi desliza en una entrevista que los poemas acompañan al que los lee y no a quien los escribe. Hay por supuesto algo de verdad y algo de mentira en esa afirmación como en todas las afirmaciones en torno a la poesía. Lo cierto es que la lectura es tanto compañía silenciosa como la escritura acompaña a aquel que logra sacarse de encima aquello que lo atormentaba. El acto de escribir es la compañía que el poeta busca ¿Los poemas? las sobras de ese proceso.

Hay en el Glitter de los solitarios un poco de esta dicotomía planteada por Juana, un poemario que funciona como una unidad, un libro que no esta hecho de conjuntos de poemas o de secciones que permiten leer salpicado el texto. No podrán los lectores que encaren El glitter jugar al oráculo con este libro porque no hay nada de azaroso en él.

El libro de Marcelo Vera debe leerse en su conjunto y les aseguro que, desde la primera línea, como lectores nos veremos obligados a deslizarnos por ese tobogán de emociones que se nos ofrece para saber dónde termina todo.

Veinte poemas que cuentan una historia, que describen una ausencia. Poemas que no se regodean en la tristeza, pero que marcan momentos de desarraigo como llamar al contestador para escuchar los mensajes grabados o anotar en un cuaderno todas las palabras que alguna vez pronuncio aquel que no está. No hay chantaje emocional en El glitter de los solitarios, sino que el poeta trata de aplicar cierta lógica y razón al desamparo del que somos parte en una perdida; en medio de esos poemas Marcelo encuentra lugar para pequeños textos sobre las capacidades de los perros y junto a ellos unas breves instrucciones para comenzar la construcción de una casa en un árbol como si en el vínculo entre los  animales y el inicio de un proyecto de edificación se pudieran encontrar las respuestas para afrontar el dolor o por lo menos estirar su certeza.

Finalmente enmarcando este elogio a la perdida y como componente constante y homogeneizador. La nieve. Ese desierto blanco funciona como metáfora del espacio vacío en el que nos encontramos y junto con las ilustraciones de Pablo Rivas terminan de trazar esta hoja de ruta que resulta en este poemario sobre la ausencia. Porque como dice el Glitter “…busco huellas en tus libros/ siguiendo el camino que trazaste…tratando de comprender las claves detrás de cada línea…”

  • Rústica

El Glitter de los Solitarios - Marcelo Vera

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¿A quién le hablan los poemas? Juana Bignozzi desliza en una entrevista que los poemas acompañan al que los lee y no a quien los escribe. Hay por supuesto algo de verdad y algo de mentira en esa afirmación como en todas las afirmaciones en torno a la poesía. Lo cierto es que la lectura es tanto compañía silenciosa como la escritura acompaña a aquel que logra sacarse de encima aquello que lo atormentaba. El acto de escribir es la compañía que el poeta busca ¿Los poemas? las sobras de ese proceso.

Hay en el Glitter de los solitarios un poco de esta dicotomía planteada por Juana, un poemario que funciona como una unidad, un libro que no esta hecho de conjuntos de poemas o de secciones que permiten leer salpicado el texto. No podrán los lectores que encaren El glitter jugar al oráculo con este libro porque no hay nada de azaroso en él.

El libro de Marcelo Vera debe leerse en su conjunto y les aseguro que, desde la primera línea, como lectores nos veremos obligados a deslizarnos por ese tobogán de emociones que se nos ofrece para saber dónde termina todo.

Veinte poemas que cuentan una historia, que describen una ausencia. Poemas que no se regodean en la tristeza, pero que marcan momentos de desarraigo como llamar al contestador para escuchar los mensajes grabados o anotar en un cuaderno todas las palabras que alguna vez pronuncio aquel que no está. No hay chantaje emocional en El glitter de los solitarios, sino que el poeta trata de aplicar cierta lógica y razón al desamparo del que somos parte en una perdida; en medio de esos poemas Marcelo encuentra lugar para pequeños textos sobre las capacidades de los perros y junto a ellos unas breves instrucciones para comenzar la construcción de una casa en un árbol como si en el vínculo entre los  animales y el inicio de un proyecto de edificación se pudieran encontrar las respuestas para afrontar el dolor o por lo menos estirar su certeza.

Finalmente enmarcando este elogio a la perdida y como componente constante y homogeneizador. La nieve. Ese desierto blanco funciona como metáfora del espacio vacío en el que nos encontramos y junto con las ilustraciones de Pablo Rivas terminan de trazar esta hoja de ruta que resulta en este poemario sobre la ausencia. Porque como dice el Glitter “…busco huellas en tus libros/ siguiendo el camino que trazaste…tratando de comprender las claves detrás de cada línea…”

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